El traductor literario

Desde que empecé a dedicarme a la traducción literaria a jornada completa, he recibido un encargo tras otro, pero la difícil época económica por la que estamos pasando ha llegado también al sector editorial, y este verano me vi enviando currículums como hace ocho años. Es cierto que tengo unas cuantas publicaciones a la espalda y tal vez ya me conozcan un poco, pero volvió a mí esa sensación del principiante, cuando no sabes muy bien dónde buscar, a pesar de la larga lista de editoriales que tengas en la mano.

Algunos estudiantes, la mayoría lectores de fantasía, me escriben para pedirme consejo sobre cómo convertirse en traductores literarios. Siempre les digo que no se desanimen ante las primeras miles de puertas en las narices, porque, como los escritores, estamos condenados a pasar por esa experiencia hasta tener un par de libros publicados. Pero ¿cómo empezar?

Cuando ya tenemos asumido que no es el campo de traducción mejor pagado pero queremos dedicarnos a ello porque nos apasionan los libros, y cuando nos hemos puesto la coraza ante el continuo rechazo editorial, un día, si somos persistentes, se nos da medianamente bien y estamos en el momento adecuado y el lugar adecuado, nos llegará el primer encargo.

Especializarse es una opción, aunque no es necesario para conseguir más trabajo. Pero lo que sí puedo garantizar es que disfrutar con tu profesión te aporta felicidad y te hace sentirte realizado. En mi caso, el hecho de haberme centrado en la fantasía, el terror y la ciencia Ficción es un lujo. Soy lectora del género desde bien pequeña.

¿Por qué me gusta traducir libros? Todo el proceso tiene su encanto. Comienzo a traducir directamente, sin leer antes el original como solían recomendarme en la carrera, porque no dispongo de tiempo, y sobre todo porque de ese modo resulta más interesante y en ocasiones aumento mi velocidad de traducción al estar ansiosa por averiguar el final. Cuando somos lectores llegamos a meternos en la historia, pero al traducirla, formamos parte de ella, la vivimos, nos "enquijotamos".

Cuando me tropiezo con temas que desconozco o palabras extrañas es también muy divertido documentarse. El auténtico traductor es una criatura curiosa, ávida de conocimiento. Con Assassin’s Creed, por ejemplo, he tenido que hacerme un máster en armas históricas, y en la serie del Detective de Esqueletos tuve que comprobar muchos términos científicos que usaba el antropólogo forense.

Pero quizá la última parte sea la más intensa, cuando vuelvo a leer el libro, esta vez en voz alta, para repasar lo que he escrito en español y me doy cuenta cuenta de los errores, aunque a veces se me escape algo que el buen ojo avizor del corrector localiza más tarde.

¿Te gusta leer y escribir?, ¿te gustan los idiomas? ¿Eres curioso, casero? ¿Quieres disponer de tu tiempo a tu antojo en ciertas ocasiones y estás dispuesto a trabajar duro en otras? ¡Futuro traductor, nace, crece y sobrevive!