Al otro lado de la pantalla

Este libro es tan bueno que hasta me pone nervioso, en el sentido de que deja traslucir una profesionalidad y un oficio narrativo que dejan en evidencia a autores con muchas más décadas de experiencia que Alba Quintas Garciandia. Y no se trata de que valore más esta obra porque su autora tenga dieciocho años: se trata de que Al otro lado de la pantalla está escrita no ya con un gran talento -que a veces en España hasta sobra-, sino con mucha, mucha cabeza. Y eso da que pensar.

Literariamente, este libro no tiene tacha. Más que eso: mantiene un nivel más que aceptable en la mayoría de aspectos, cosa incluso sencilla, al  tiempo que se sale de la página en un par de apartados importantes, algo muy poco habitual. Porque si bien los diálogos fluyen y las frases brillantes se cuentan con más de dos manos; si bien la estructura funciona y encima se permite hacer un par de cabriolas muy bien hechas; y si bien el discurso es sólido y coherente... la clave aquí son las partes que brillan de verdad. Me refiero en concreto al diseño de escenas y al dibujo de personajes. Dos aspectos que no sólo están portentosamente bien tratados, sino que además lo están de manera progresiva. Alba Quintas desgrana las cosas, construye espacios y elabora pensamientos... y lo hace poco a poco, con paciencia y atención al ritmo. Y yo no puedo sino insistir e insistir en lo rarísimo que es encontrarse algo así en la narrativa juvenil actual.

Y pese a todo, hay un problema. El tema que trata, el acoso escolar, es muy adecuado para ganar un premio, pero le pesa como una bola con cadena atada a los pies a la hora de jugar en la pista central. ¿Por qué? Porque no importa lo buena que sea la obra o el autor si la historia que se cuenta no tiene la suficiente trascendencia. Porque lo que se cuenta no es más que una historia de chavales normales en un instituto normal, que resulta muy verosímil pero... que no despierta pasiones. No sabe a piña. Y en el ámbito de la literatura juvenil, donde priman la emoción cruda, las escenas exageradas y el planteamiento atrayente, eso te cuesta la bolsa y la vida. Al otro lado de la pantalla es una novela netamente superior a casi todas las obras contemporáneas del género en el que se mueve, pero que se ve limitada por su condición de libro de prescripción. Nada más, y nada menos.

Éste es un mensaje directo a Alba Quintas Garciandia: atrévete. Ya tienes tu debut y tienes lo que hace falta para seguir adelante. Piensa, medita y planifica lo que sea necesario, y luego pon encima de la mesa la obra que saque lo mejor de las habilidades que han quedado patentes en este justo ganador del Jordi Sierra i Fabra. Puede parecer mucho, pero no pido más que lo que estoy convencido de que puedes llegar a hacer. Así pues, ánimo y suerte de parte de alguien que te envidia un poco.

Por Guillermo García Lapresa