En la frontera

Este verano he pasado dos semanas dedicadas de forma intensiva a aprender sobre LIJ (Literatura Infantil y Juvenil), y a compartir tiempo y visiones con gente maravillosa. En el transcurso de ese periplo, me topé con unas someras explicaciones acerca de la teoría de los polisistemas de Even-Zohar aplicada a la LIJ.

La cosa, llevada a la máxima simplificación, va más o menos así: en el (poli)sistema global y heterogéneo que es la literatura se distinguen un sistema central (o a veces más) y varios sistemas periféricos. El centro puede identificarse con la cultura “oficial”, y la periferia... pues eso, es la periferia. Los elementos que integran ambos tipos de sistema no se están quietos, para nada. Son unos salseros dinámicos y mantienen una tensa lucha por desplazarse o mantenerse en el centro, según dónde se esté. Claro que, a fuerza de posicionarse en el centro, surge la idea de literatura canónica (que viene a definir el conjunto de obras y autores más prestigiosos, así considerados por los círculos dominantes de una cultura).

No creo que a nadie le sorprenda saber que la bolsa en la que tradicionalmente se empaqueta la LIJ es la que lleva el rótulo de “PERIFERIA”. O sea, frente a la literatura canónica, la LIJ (salvando excepciones) se caracteriza por norma general por ser una literatura “de frontera”.

Lo que saqué en claro de todo esto fue material de reflexión en bruto.

Es muy interesante el concepto de canonización que se extrae de esta teoría. Dicha canonización no entra en consideraciones acerca de lo “buena” o “mala” que sea una obra literaria, sino que es el resultado de las luchas de poder que finalizan con la consagración de unos elementos y la marginación de otros.

Esta posición marginal implica vulnerabilidad, pero tiene también su parte positiva. Al fin y al cabo, en el margen se puede gozar de cierto grado de libertad que no se encuentra en el centro. Y más aún, la frontera es un espacio mágico, lleno de posibilidades. A mí personalmente me fascina su iconografía: el umbral, el tránsito, el puente en permanente suspensión. Estar en ninguna parte pero poder ir hacia cualquier lado. Abarcar con la mirada múltiples horizontes. Flotar en la penumbra de lo secreto y de lo indeterminado. La puerta que, en última instancia, va a ser franqueada.

Qué poderosa imagen es ésa de la puerta. Y cuántas manifestaciones de la misma encontramos en la LIJ. Para Alicia fue una madriguera de conejo. Para Lucy y sus hermanos, el fondo de un armario. Para Harry, un andén de la estación de King’s Cross que no todos pueden ver. Para Holden Caulfield, la noticia de su expulsión del internado. Para Bella Swan, un mordisco. Para Héctor y los demás cosechados, unas falsas promesas de parte de un hombrecillo gris. Para Katniss, una papeleta en un desafortunado sorteo...

El niño y el joven encarnan, en definitiva, esa metáfora del umbral en sí mismos.

Quizás deberíamos pasearnos con más frecuencia por los límites imprecisos de los márgenes y las fronteras para ver qué se mueve por esos lares, para refrescar nuestra percepción y para participar de su esencia.

La LIJ puede ser un magnífico paso fronterizo desde el que aventurarnos en ellos.