Crónica de los Premios SM 2012

Los Premios de la Fundación SM son una cita obligada para todo “lijero” que se precie, y por eso el pasado martes 13 El Tiramilla estuvo cubriéndolos un año más, libreta y cámara en mano, para relatároslo todo luego con pelos y señales.


SM organizó un día redondo para la 34ª edición de sus premios: por la mañana una rueda de prensa en un hotelazo para descubrirnos a los premiados y por la tarde una gala (con princesa incluida) que terminó prácticamente a la misma hora a la que a Cenicienta se le acabó el chollo. Fue un día magnífico y por eso queremos contároslo. También queremos deshacernos en halagos con los flamantes ganadores de los premios Gran Angular y El Barco de Vapor: ¡estuvieron simpatiquísimos! Y no nos olvidamos de la gente de la editorial, a la que agradecemos que nos invitara a ese gran día y felicitamos por su estupendo trabajo.


10:30 de la mañana, Sala Neptuno del Hotel Vincci Soho de Madrid


Mi compañero Guillermo y yo llegamos puntuales a la cita. En la sala, enorme y repleta de bollitos para todos, nos aguardaba la sorpresa más esperada del día: los libros premiados ya editados y expuestos orgullosos junto a sus autores, hechos un manojo de nervios y sonrisas. Catalina González Vilar firmaba el Premio El Barco de Vapor, El secreto del huevo azul, publicado en gran formato y con divertidas ilustraciones a cargo de Tomás Hijo; mientras que Jesús Díez de Palma firmaba el Premio Gran Angular, El festín de la muerte, también de edición singular aunque mucho más sobria dadas sus circunstancias, no en vano habla del desastre de la Segunda Guerra Mundial.


Durante el acto hubo tiempo para todo: para sacar fotos, para probar los bollitos y el zumo de naranja recién exprimido, para saludar a toda la simpática gente de SM que estaba allí, para que nos obsequiaran con las novelas ganadoras y el Anuario de Literatura Infantil y Juvenil 2012, para sacarnos todos los presentes una foto con los ganadores y que nos echaran un autógrafo sobre sus obras… y, claro está, para escuchar todo lo que quisieron contarnos a los medios allí congregados. Catalina nos contó que su libro, además de jugar con las palabras, es como un cuento de los de antes, y que cuando se bloquea escribiendo, uno de sus trucos para salir del bache es releer a los clásicos. Y Jesús, que nos confesó que su discurso de por la tarde sería breve porque estaba hecho un flan, nos contó que el tema de la guerra nunca se pasa de moda porque siempre hay guerras y horror, aunque tanto él como Lines Carretero (directora de publicaciones) y Gabriel Brandariz (editor ejecutivo) nos aseguraron que El festín de la muerte habla más de personas que de bombas.


18:30 de la tarde, Real Casa de Correos de Madrid


Esta vez me acompañaba el tiramillote Alberto. Era su primera gala de los Premios SM y para mí era la tercera, pero debo confesaros que los dos estábamos igual de nerviosos y excitados, y es que una celebración como esa no ocurre todos los días: a saber, decenas y decenas de escritores, editores, periodistas, etc. juntos dentro de un mismo edificio.


Armados de valor, él con traje y yo con vestido y tacones nuevos (craso error que horas después sufrirían mis pies), pasamos los controles y entramos a la magnífica Real Casa de Correos, un lugar enorme de salones amplios, techo acristalado y arcos de piedra que escondían un gran secreto. Todo inspirado, por cierto, en Alicia en el País de las Maravillas, con cartas de varios tamaños haciendo equilibrios unas sobre otras y adornando el horizonte.


Al principio tanta parafernalia y tantos escritores de libros leídos y releídos fueron demasiado para nuestros estómagos, pero enseguida nos rehicimos y encontramos nuestro pequeño hueco en aquella selva que empezaba a dejar de dar miedo. Dimos paseos por aquí y por allá, sacamos fotos a las cartas gigantes, saludamos a caras conocidas… y nos sentamos por fin en nuestros asientos a la espera de que la fiesta diera comienzo. Presentada por un divertido Mago More que supo amenizar los discursos con monólogos y trucos de magia (en uno de ellos quemó cartelitos en una urna y del fuego sacó dos libros, el Barco y el GA del año pasado, que entregó a las autoridades), y ambientada con un maravilloso vídeo proyectado sobre los arcos de la sala, por el estrado vimos desfilar a Esperanza Aguirre, al ministro de Educación, Cultura y Deporte, al actual presidente de SM o a Su Alteza Real la Princesa de Asturias, tan guapísima y elegante como el año pasado, aunque esta vez con un discurso incluso más interesante. Por esto, porque llegó con los deberes hechos (ya se había leído las obras premiadas) y porque tiene fe en la literatura infantil y juvenil, me declaro su fan.


Y por fin les tocó a los premiados, los verdaderos protagonistas. Salieron a recoger sus galardones y dar sus discursos Catalina, Jesús y Alba Quintas Garciandia, la Jordi Sierra i Fabra de este año (Al otro lado de la pantalla). La primera fue personal, el segundo rápido y la tercera toda una profesional. Cada año me pregunto lo mismo: ¿qué les dan de comer a las Chicas Sierra i Fabra para que en sus discursos demuestren tanto aplomo y saber estar?


Aplausos, fotos de los premiados con las autoridades, un último chiste del Mago More que volvió a hacernos reír… ¡y a por el cóctel! Porque no nos engañemos: la mejor parte de los Premios sin duda es el piscolabis de después, cuando los premiados ya tienen sus estatuillas bajo el brazo, el ambiente se relaja y los amables camareros van de aquí para allá ofreciendo una variedad indecente de canapés. Salvo uno de queso demasiado fuerte, los demás bocaditos estaban buenísimos, dicen; yo me dediqué a mojar trocitos de fruta en las fuentes de chocolate blanco y chocolate con leche. Me empapucé, pero la noche lo merecía.


El cóctel fue de lo más entretenido: como buenos reporteros del diario, Alberto y yo fuimos picoteando aquí y allá saludando a viejos conocidos y caras nuevas. Y a lo tonto a lo tonto, las casi cuatro horas que estuvimos paseándonos entre canapés y fuentes de chocolate nos sirvieron para charlar con más personas de las que soy capaz de recordar (¡que me perdonen los no nombrados!). Beatriz Sánchez, Gabriel, Elsa Aguiar, Xohana Bastida y otros compañeros de SM nos entretuvieron durante buenos ratos, conocimos ¡por fin! a Carmen Pacheco, le robamos tiempo a Begoña Oro (de la que somos fanes desde que el año pasado se coronara como la ganadora del Premio GA 2011), conseguimos sacar una foto a cuatro simpáticas Chicas Sierra i Fabra (a las que deseamos un brillante futuro), volvimos a encontrarnos con Jorge Gómez Soto y Esther Madroñero, secuestramos a Jesús y Catalina para volver a desearles la mejor de las suertes… y vimos de refilón pero no llegamos a saludar a Montserrat del Amo, Jordi Sierra i Fabra, María Menéndez Ponte o Santiago García-Clairac. He decidido que en los premios del año que viene tendré superpoderes para poder saludar y besar a todo el mundo.


Y hasta aquí puedo contar. Prácticamente cerramos con llave el edificio, y al salir volvieron a regalarnos un par de bolsitas con los libros premiados y, última sorpresa, una baraja de cartas con ilustraciones muy bonitas. Era pasada la medianoche, estábamos en el corazón de Madrid, me latían los dedos de los pies y tocaba despedirse hasta el año que viene. Últimos besos y hasta pronto.