50 aniversario de James y el melocotón gigante

James Henry Trotter es un niño huérfano que vive con sus terribles tías Sponge y Spiker, quienes le desprecian y humillan continuamente. Pero un día James recibe un regalo muy especial por parte de un misterioso anciano: una bolsita repleta de lenguas de cocodrilo. A partir de ese momento, y al caérsele las lenguas al suelo y hacer así que un melocotón del melocotonero de su jardín crezca de un modo descomunal, todo cambia por completo en la vida del niño. ¿Podrá James, al fin, ser feliz?


Con este apetitoso argumento, Roald Dahl cautivó el corazón de niños, jóvenes y mayores hace ahora cincuenta años. Y es por esa razón por la que no podíamos dejar que terminase 2011 sin dedicar un hueco especial a esta obra: ¡cincuenta años no se cumplen todos los días! Con su característico buen humor y haciendo gala de su portentosa imaginación, en James y el melocotón gigante el señor Dahl nos regaló una apasionante aventura en la que pudimos conocer a personajes tan carismáticos e inolvidables como el Viejo Saltamontes Verde, el Ciempiés, el Gusano, la Mariquita o la Araña. Acompañados por las inconfundibles ilustraciones de Quentin Blake, ilustrador habitual de las obras de Dahl, nos vemos inmersos en un viaje hacia los sueños de un niño que necesita una familia que le quiera; un viaje repleto de peligros, emociones y algo tan importante como la amistad. El paso de los años no ha hecho que esta historia caiga en el olvido: puede seguir encontrándose fácilmente en cualquier librería y casi en cualquier idioma, y es que la magia que desprenden los escritos de Roald Dahl es muy grande, no se deja afectar por cosas como las modas pasajeras o el paso del tiempo.


No podemos dejar sin mención a la lograda adaptación cinematográfica de la novela. La dirigió Henry Selick, la produjo Tim Burton y nos la trajo en 1996 la Walt Disney Company junto al equipo de Pesadilla antes de Navidad (como curiosidad, quiero comentar que Jack Skeleton, el protagonista de Pesadilla antes de Navidad, hace una breve aparición en la cinta que nos ocupa). Sin duda, James y el melocotón gigante fue una película que a buen seguro al autor del libro le habría encantado: mezcla de imagen real con animación, se trata de una colorida adaptación que, además de unos entrañables diseños de personajes, escenografía y vestuario, ofrece unos números musicales muy llamativos y divertidos. No en vano la espectacular banda sonora le valió a la cinta una nominación a los Premios Oscar. Por su parte, el guión se mantiene bastante fiel a la historia original, con algunas diferencias necesarias debido al cambio de medio, pero conservando la chispa, la frescura y la magia a las que el autor de Matilda nos tenía acostumbrados. Además, el niño que interpretó a James durante las escenas de acción real, Paul Terry, hizo un trabajo magnífico y supo captar perfectamente la esencia del personaje. Tampoco podrían haberse encontrado mejores intérpretes que Miriam Margolyes y Joanna Lumley para representar los roles de las tías Spiker y Sponge, y la presencia de artistas de la talla de Susan Sarandon o David Thewlis en el doblaje de los personajes animados otorgó al proyecto, si cabe, más prestigio del que ya tenía.


Así pues, James y el melocotón gigante fue un éxito de taquilla como ya lo había sido (y sigue siendo) en las librerías de todo el mundo. Y es que, como ya he dicho, la magia de Roald Dahl es algo mucho más fuerte que el paso de los años. ¡Feliz cincuenta aniversario, James!



Por T. C. Ferri