¿Qué pasa con los eBooks?

No imagino qué pensarían los hermanos Lumière cuando se inventó la televisión, pero lo que sí sé es el trauma que causó cuando se instaló en cada uno de los hogares del mundo. ¡Cuánta gente puso el grito en el cielo! ¿Quién iba a ir ahora al cine a pasar las tardes? Se preveía que la gente dejaría eventualmente de ir a ver películas a las salas porque ahora tenía la facilidad de hacer exactamente lo mismo, palomitas incluidas, en el salón de su casa. El fin de una era dorada y el brote de una semilla que por aquel entonces no se sabía hasta dónde crecería. Sin embargo, actualmente conocemos que no sólo el cine no quedó enterrado en el olvido, sino que ha ido evolucionando año tras año, del blanco y negro al color, y de ahí a las tres dimensiones; toda una experiencia para los sentidos. Con los libros sucede lo mismo. Hasta hace poco tiempo los teníamos en papel y disfrutábamos de ellos en cualquier lugar: en la cama, en un parque, en el autobús… y de repente llega un lector de libros digitales que parece amenazar la vida de nuestros queridos y enlomados compañeros de fatigas. Pero seamos realistas por un momento: ¿acaso el eBook altera radicalmente nuestra experiencia lectora?, ¿los personajes resultan menos creíbles si leemos sus aventuras en una máquina? Yo creo que no. No cambian ni las historias que se cuentan, ni los conflictos que mantienen nuestro corazón encogido, ni las soluciones locas que nuestros héroes discurren. Es decir, surge una nueva manera de acercarnos a los cuentos que está mejorando por momentos. Por eso me pregunto por qué se arma tanto revuelo con el tema, si aunque el soporte cambie, el producto sigue siendo el mismo. Más aún, estos dispositivos velan incluso por la salud de nuestros ojos, porque están pensados para que no brillen como sí lo hacen las pantallas de los ordenadores, y además tienen el mismo peso y tamaño que un libro normal. En conclusión, el eBook no es sólo una manera de detener la tala de árboles y proteger nuestro planeta, sirve también para dejar más espacio libre en nuestras estanterías y para ahorrar dinero en nuestros bolsillos. Claro que tenéis razón si pensáis que ahora mismo los libros digitales salen por un precio prácticamente igual al impreso, pero con suerte eso irá cambiando poco a poco; las editoriales reducen costes de imprenta y esto se verá pronto reflejado. También será cada vez más fácil poder compartir a nuestros autores favoritos con nuestros amigos de una forma rápida y directa; de hecho, en España ya se están preparando diversas plataformas online para este propósito. Por supuesto, tengo la certeza de que los libros de toda la vida jamás van a desaparecer y yo seguiré comprándolos de vez en cuando, pero hay que dejar un sitio a los eBooks. Confieso, eso sí, que todavía no me he hecho con uno, aunque esto cambiará en cuanto se acerque mi cumpleaños, y entonces me dormiré todas las noches leyéndolo bajo una lamparita como he hecho siempre con los libros de papel.