Los seres de Vampire Academy

Las estadísticas más recientes sobre las preferencias de los lectores de literatura juvenil muestran un descenso claro en el interés por el tema de los vampiros. Este dato no es de extrañar: en los últimos tres años se ha producido tal bombardeo de estas criaturas en las librerías de todo el planeta que antes o después tenía que llegar el momento de saturación. No obstante, ¿todos los vampiros actuales merecen estar en el saco de los discípulos de Crepúsculo? En este estudio me dispongo a analizar los de la saga Vampire Academy (Richelle Mead), un buen ejemplo de que incluso a raíz de una moda puede aparecer algo nuevo y atrayente.



El vampiro en la literatura


Tendencias aparte, los vampiros llevan años presentes en el cine, la literatura y otras artes. Son muchas las obras de ficción protagonizadas por estos seres: desde los clásicos Drácula (Bram Stoker), Soy leyenda (Richard Matheson) y Crónicas vampíricas (Anne Rice), hasta novelas de corte más juvenil como Crepúsculo (Stephenie Meyer), Crónicas vampíricas (L. J. Smith) o Medianoche (Claudia Gray). A pesar de sus muchas diferencias en el estilo y la profundidad de contenidos, la mayoría de ellas coinciden en el hecho de inspirarse en el vampiro procedente de la mitología de Europa del este, principalmente en el folclore rumano y eslavo.


Los vampiros son criaturas que se encuentran en un estado intermedio entre la vida y la muerte; fueron humanos en algún momento de su existencia, pero en lugar de morir se convirtieron en los llamados no-muertos. Enumerar las características de todos los que conocemos es misión imposible, pero se puede generalizar en los aspectos más básicos: piel pálida, colmillos largos y afilados, se alimentan de sangre, carecen de sombra y no pueden reflejarse en los espejos. Se muestran vulnerables ante el ajo, el agua y los símbolos cristianos, si bien estos detalles han sido motivo de burla en algunos de los libros más recientes. Hay diversas formas de convertirse en vampiro, aunque la más popular consiste en recibir la mordedura de otro congénere, un acto que a su vez se encuentra cargado de una gran connotación sexual en la ficción.


En su origen estas criaturas eran consideras monstruos y por ello se encontraban en el bando maligno de numerosas novelas de terror. Sin embargo, en la segunda mitad del siglo XX, la norteamericana Anne Rice dio un giro al género y presentó a unos vampiros más humanos, sin la ferocidad que se les adjudicaba anteriormente. De todos modos, la perspectiva más bondadosa y romántica de ellos llegó con Stephenie Meyer y Crepúsculo, lo que le hizo cosechar un gran número de críticas por desmarcarse tanto del mito primitivo. En general podemos establecer una clara división entre las novelas vampíricas: aquellas que respetan en gran medida las raíces de los primeros vampiros y se engloban en la rama del terror; y las que ignoran por completo esas bases y remodelan a los chupasangre a su antojo, con un corte más romántico y ligero.


Con tantas publicaciones sobre el tema, parecía imposible aportar algo nuevo en una u otra vertiente. Aun así, Richelle Mead lo consiguió con la saga protagonista de este Estudio a la ocurrencia: una de las claves de su triunfo ha consistido en apostar por tres razas distintas de vampiros dentro de un mismo contexto. La variedad da juego, aporta riqueza de contenidos y aumenta las posibilidades de desarrollo de las tramas argumentales. Por lo tanto, podemos afirmar que, en efecto, todavía se logra innovar incluso utilizando unas bases culturales que existen desde hace siglos.



Dhampir


Los dhampir son criaturas mitad humanas, mitad vampíricas, que según la mitología balcánica nacen de la unión entre una humana y un vampiro, y por ello su apariencia física resulta muy similar a la de los humanos. Se dice que los vampiros siempre se han sentido atraídos por las mujeres mortales, de modo que en los cuentos tradicionales y leyendas no era extraño que un vampiro se acercase a una humana para mantener relaciones esporádicas con ella mientras el resto del tiempo permanecía al lado de una fémina vampiresa. Este aspecto se mantiene en Vampire Academy, aunque hay que añadir que en ella los dhampir aprovechan su mayor fortaleza física para proteger a los vampiros y existe toda una jerarquía que les obliga y prepara para cumplir con su cometido. Hacen de guardianes, lo que implica dedicar toda su vida a los demás y convertirse en personas muy leales. Además, existe la posibilidad de que estén vinculados espiritualmente con un vampiro moroi si este ha podido salvarlos de la muerte con sus poderes. En el otro bando están las llamadas "prostitutas de sangre", chicas dhampir que por una razón u otra no se dedican a defender a los vampiros y malviven gracias a lo que reciben de un moroi por sus servicios sexuales.


La protagonista de la saga, Rose Hathaway, es una dhampir valiente y de armas tomar que siente una profunda fidelidad por su mejor amiga Lissa, con la que se encuentra vinculada (lo que se conoce como "bendecida por la sombra"). Otro de los personajes más carismáticos, Dimitri Belikov, su instructor y amor imposible, también pertenece a esta raza y, como Rose, se trata de un dhampir que ha crecido con los valores de proteger a los vampiros moroi por encima de cualquier cosa. Aunque el término se haya hecho popular gracias a esta serie, en la literatura juvenil reciente encontramos otra dhampir muy famosa: Renesmee Cullen, la hija de la pareja emblemática de Crepúsculo.



Moroi


La segunda raza predominante de Vampire Academy es la de los moroi o vampiros puros, hijos de vampiros moroi como ellos. El folclore rumano explica que se les conoce como los vampiros mortales, aunque en algunas vertientes el término moroi hace referencia a fantasmas que abandonan su tumba para atraer la energía de los vivos. En la tradición destacan por su gran afición al sexo; no obstante, los libros no ahondan tanto en este asunto, probablemente por pertenecer al género juvenil. En lo que sí se ha mostrado fiel Richelle Mead es en su mortalidad y, por ello, se revelan como unas criaturas débiles y vulnerables: los moroi de la hexalogía son pálidos, altos y delgados, y necesitan a los dhampir para no caer en las redes de sus rivales, los temerarios strigoi. Además, actúan como vampiros buenos, esto es, se alimentan de donantes, no tienen una actitud agresiva y, pese a mantenerse apartados de la sociedad humana, tienen una forma de vida civilizada y muchos de ellos incluso pertenecen a la realeza. Aunque son capaces de exponerse a la luz del sol, no suelen hacerlo porque la luz les hace daño.



El mayor atractivo de los moroi de Vampire Academy reside en sus poderes: cada vampiro domina uno (aire, fuego, agua, tierra o espíritu) y posee la capacidad de hacer diversas hazañas con él. Lissa Dragomir y Adrian Ivashkov, los amigos de Rose, son unos de los pocos poseedores del espíritu y, entre otras cosas, tienen la habilidad de curar heridas y adentrarse en los sueños de la gente para comunicarse con ella. Christian Ozera, por su parte, está especializado en el fuego y gracias a su don empieza a hacer algo totalmente nuevo para un moroi: matar a los strigoi, sus enemigos.



Strigoi


Finalmente, llegan los strigoi: vampiros no-muertos extraordinariamente fuertes, rápidos, crueles y sin ningún tipo de pudor a la hora de matar. En la saga están especialmente obsesionados con acabar con los moroi porque su sangre les otorga más poder que la de un dhampir o un humano. En el acto pueden optar por matarlos o convertirlos en strigoi, si les obligan a beber de su sangre. La otra forma de transformarse en uno de ellos solo se aplica a moroi que deciden cambiar por voluntad propia, y para ello deben matar a alguien mientras se alimentan. Una vez tornados strigoi, se les puede reconocer por su tez blanca y los ojos rojos; y a diferencia de los moroi, no pueden salir durante el día porque la luz los destruiría. Por su parte, según la mitología rumana tienen el pelo rojo, los ojos azules y dos corazones; además, pueden transformarse en numerosos animales o hacerse invisibles, aunque ninguno de estos recursos se emplea en Vampire Academy.


Entre los strigoi que aparecen en la serie hay bastante variedad: desde los desconocidos Isaiah y Elena que raptaron a los chicos durante su excursión a Spokane, hasta seres queridos como los padres de Christian Ozera y la profesora Sonya Karp, que decidieron convertirse por voluntad propia. En cualquier caso, todos tienen en común el hecho de haber perdido cualquier sentimiento compasivo que tuvieran en vida.



¡Que comience el espectáculo!


Si un vampiro da juego por sí solo, ¡imaginad lo que sucede cuando se mezclan tres razas diferentes! Richelle Mead ha perfilado a la perfección las características de todas ellas, respeta una parte del folclore y a la vez inventa para adaptarlas al mundo imaginario que ha creado. De todos los vampiros que pululan por la literatura juvenil de los últimos años, los de Vampire Academy me parecen los más trabajados con diferencia: aportan algo nuevo al no presentarse como el Drácula convencional, sus características ofrecen un sinfín de oportunidades a los hilos argumentales y, por si fuera poco, a medida que avanza la historia se descubren matices nuevos de sus habilidades. Un no parar de emoción, aventuras, poderes mágicos y, por supuesto, sangre, mucha sangre.