La dichosa frase

A estas alturas casi todo el mundo sabe que es difícil vivir de la escritura. Por norma general un autor suele recibir un 10% del precio de venta del libro (algunas veces incluso menos); además, cuando un escritor se sienta a escribir una novela no tiene un contrato delante, restando casos excepcionales. No sabe siquiera si llegará a terminar su escrito, quedándose atascado a la mitad, dejando un montón de folios manchados de tinta dentro de un cajón. El consumo de tiempo no suele importar: el escritor escribe porque quiere, porque le gusta, porque lo necesita. Pocos hay que lo hagan por el dinero que les reporta, ya que no da para vivir a menos que seas un best-seller y vendas miles de libros (o seas muy prolífico). Es por eso que casi todos los escritores tienen otro trabajo que les paga las facturas, dejando la escritura como una afición para la que cada uno ha de buscar sus propios huecos libres. Pero si te gusta, lo haces, aunque no ganes una gran cantidad de dinero con ello e incluso ninguna editorial acepte tu manuscrito y nunca lo llegues a publicar. Por esto mismo me hierve la sangre cuando la gente se queja de que los escritores cobren por sus creaciones y se descarga libros argumentando que “la cultura es de todos”. Dichosa frase. Y maldita frase. Nadie se queja de que un electricista cobre por su tarea, nadie se queja de que una empresa cobre por las galletas que te comes. Y eso que son bienes necesarios para la supervivencia. Entonces, ¿por qué te quejas de que un escritor intente sacar un mínimo beneficio de su obra? ¿Su trabajo vale menos que el tuyo? Me parece un despropósito tremendo y una falta de respeto a la tarea de los creadores de historias. Si te quieres descargar algo ilegalmente, no soy nadie para impedírtelo, pero no te escudes bajo ese lema absurdo. Yo no voy al Teatro Real y exijo que me dejen pasar gratuitamente a un palco para disfrutar de una representación alegando que es cultura y por tanto ha de estar al alcance de todos. Existen otros medios legales para acceder a la cultura, pero lo que no debemos hacer es menospreciar el trabajo de los escritores por el mero hecho de trabajar con la misma materia de la que están hechos los sueños, como diría Shakespeare.

Por Alberto L. Martínez