El Hobbit

Bilbo no sospechaba que aquel anciano vestido con ropas gastadas fuera el archiconocido mago Gandalf el Gris, de quien había oído hablar durante toda su vida. Pero menos aún imaginaba lo mucho que la llegada de éste a La Colina iba a cambiar su, hasta entonces, tan apacible existencia. Ya no habría más pasteles ni deliciosos tentempiés en mucho tiempo para él. Reclutado por mediación del mago como saqueador de tesoros, se unirá a un nutrido grupo de enanos aventureros, con quienes emprenderá un largo periplo con un objetivo claro: la recuperación del tesoro familiar perdido de Thorin, el enano al mando de la expedición. Sin embargo, deberán hacer frente a un pequeño impedimento, un dragón llamado Smaug que descansa sobre el oro y las joyas que pretenden recuperar. Bilbo tratará de superar sus tradicionales instintos hobbit (por naturaleza seres hogareños y nada aventureros) y enfrentarse a una serie de dificultades en forma de trolls y agrestes parajes. Pero su odisea también merecerá la pena, pues lo que experimentará le cambiará por dentro y comprenderá que a veces la peor cárcel es la rutina.


Con esta obra Tolkien nos demuestra que también es capaz de escribir de forma ágil y directa, lo que resulta perfectamente observable en la cantidad de entuertos que se suceden en sus alrededor de trescientas cincuenta páginas. Esta obra, concebida con la idea de destinarla a un público joven, desarrolla una estructura narrativa de planteamiento, nudo y desenlace de forma magistral, sin dar pie al aburrimiento en ningún momento. Bilbo se nos presenta como un personaje de mentalidad práctica: él no pretendía pasar por todas esas situaciones tan peligrosas, pero una vez metido de lleno en ellas hará lo necesario para sobrevivir, y lo conseguirá de formas muy ingeniosas. Sin duda, mi parte favorita del libro tiene lugar cuando el hobbit, que había quedado aislado de sus compañeros, se encuentra con una criatura algo familiar para el lector, Gollum. Ambos mantienen una conversación llena de juegos de palabras y acertijos para decidir quién se queda con un objeto muy preciado: un anillo mágico. Pero lo más interesante es observar lo que realmente piensan y el lenguaje no verbal que utilizan detrás de cada una de sus palabras. Encontramos otro personaje relevante en Gandalf, que aparece y desaparece sin dejar rastro, justo en los momentos más inoportunos, y mueve los hilos sin que nadie más se dé cuenta. En cuanto a los enanos, el grupo es verdaderamente entrañable y Tolkien consigue que nos encariñemos con todos y cada uno de ellos sin dificultades. Son interesantes los temas de fondo que se tratan, fundamentalmente el ansia de poder y riquezas, que no suele llevar a nada bueno, pues cada cosa tiene su precio. Asimismo, la ambientación no deja de estar cuidada, ya sea en la élfica Rivendel o en las misteriosas Montañas Nubladas.


Por todo ello y más, este libro escrito en los años treinta del siglo XX no deja de resultar apasionante, pues cuenta con miles de aventuras comprendidas dentro de una equilibrada trama que hará las delicias de grandes y pequeños. Ante personajes como Gandalf o Elrond es imposible permanecer indiferente, y junto a Bilbo descubrirás la verdad en aquel dicho que cuenta que lo bueno viene en frasco pequeño. Tiramillote, no dejes de asomarte por las páginas y acompaña a estos exploradores en su camino a La Montaña solitaria.


Por Héctor F. Sánchez