Descubrimos la Roma de Federico Moccia

Roma es una de las ciudades más visitadas de todo el mundo; sus monumentos, iglesias, museos y rincones, y su historia y gastronomía, la convierten en uno de los lugares más bellos a los que se pueda viajar. Sin embargo, al Coliseo y al Foro les ha salido un pequeño competidor. No se encuentra en las guías turísticas, ni siquiera en las rutas oficiales, pero el Puente Milvio y sus ya famosos candados forman parte de los lugares de obligada visita por muchos cuando se acercan a la ciudad eterna.


La culpa de todo la tienen el escritor italiano Federico Moccia (Tres metros sobre el cielo, Perdona si te llamo amor) y sus novelas juveniles, a las que ha sabido dar el toque justo de romanticismo. La idea de los candados del amor la encontramos en Tengo ganas de ti, la segunda parte de Tres metros sobre el cielo, que puede verse estos días en los cines españoles, en una película protagonizada por los actores Mario Casas y María Valverde. Ambos libros fueron llevados con anterioridad al cine en Italia.


En Tengo ganas de ti los protagonistas se acercan al Puente Milvio, donde enganchan un candado para posteriormente tirar las llaves al río Tíber, simbolizando así el amor eterno, porque esa pareja ya no se separará jamás. Miles de enamorados han emulado desde entonces este gesto: tanto romanos como visitantes se acercan al puente para dejar sus candados. Tan grande ha sido el éxito de la iniciativa, que el Ayuntamiento de Roma llegó a plantearse la posibilidad de prohibirlo, ya que la farola de la que se colgaban inicialmente se cayó en varias ocasiones por el aplastante peso del amor. La solución acabó siendo menos drástica, y se colocaron unas columnas de acero donde poner los candados. Aun así, y dada la gran cantidad de ellos que hay, el Ayuntamiento los retira periódicamente para que nuevas parejas puedan sellar su amor.


La idea ha sido copiada por muchas ciudades del mundo y pueden verse ya los famosos candados en ciudades como París, Praga, Barcelona, Sevilla y Valladolid. Además, para los que no puedan trasladarse hasta Roma o consideren que esta práctica afea el paisaje urbano, la página web en español de Moccia ofrece la posibilidad de colgar unos candados virtuales.


El puente que aparece en las novelas del autor tiene su interés histórico, aunque sean pocos los que lo visiten por ese motivo. Fue levantado por el cónsul Cayo Claudio Nerón (no confundir con el célebre emperador, famoso por sus excesos y su fijación con el fuego) en el año 206 a.C. tras haber derrotado al ejército cartaginés en la batalla del Metauro. Un nuevo y definitivo puente de piedra fue construido años después por el cónsul Marco Emilio Escauro en el mismo lugar tras destruir el antiguo. Ha sufrido diversos avatares desde entonces, desde la batalla del Puente Milvio en la que Constantino I venció a Majencio, hasta las muchas reformas de las que fue objeto a lo largo de los años.


Aunque es la mayor atracción de la llamada "Ruta Moccia", el escritor hace una pormenorizada descripción de los lugares por los que se mueven los protagonistas de sus novelas, casi siempre sitios fuera del circuito habitual. Así, podemos hacer una parada en la heladería Alaska, tomar una maravillosa pizza artesana en Baffeto o degustar unos quesos y vinos en el Cul de Sac, situado en la plaza Pasquino, tras la famosa Navona. Allí, además, podemos admirar las singulares estatuas parlantes, que comenzaron a usarse en el siglo XVI para dejar escritos que denunciaban los excesos de los poderosos, una costumbre que se ha conservado hasta nuestros días. Disfrutar de la Roma de Moccia es toda una experiencia, y si no es posible, siempre podremos viajar con la imaginación a través de sus libros.