Balance del año 2010 en literatura juvenil

A unas horas de la incursión en 2011, vamos a detenernos un poco a reflexionar y analizar brevemente todo lo acontecido durante estos doce meses en el terreno de la literatura juvenil.



Los frutos literarios del año 2010


Si en 2009 aún quedábamos a la expectativa, ahora las evidencias no dejan lugar para la duda: parece ser que el sector editorial no es inmune a la crisis económica, y aunque en menor grado frente a otros, también sufre sus consecuencias. A simple vista, pruebas de ello tenemos a raudales: sellos de primera sobreviviendo con catálogos raquíticos, correctores que brillan por su ausencia y editores que todo lo pueden fruto de las reducciones de plantilla, apuestas firmes por la edición en rústica, tambaleos y cierres definitivos como el de la mítica Bruguera, escasez de ejemplares promocionales y un largo etcétera que nos pone pies en tierra y nos cuenta que aquí también hay que apretarse el cinturón.


Pero a pesar de este factor negativo, haciendo balance del año que dejamos atrás lo primero que llama positivamente la atención es el avance tecnológico en nuestra literatura. Por mucho que nos pese a algunos, la tecnología va inyectando al sector cada vez dosis más potentes de confort consentido, independientemente de su dudosa gratuidad a largo plazo, y niños y jóvenes dan forma al grupo de lectores más receptivos frente a la evolución, algo que a los promotores no se les ha pasado por alto. Así, en los últimos meses hemos asistido a la digitalización de algunos títulos de catálogos como los de SM o Alfaguara, ambas integradas en el proyecto Libranda, que acaba de arrancar con los objetivos apuntando hacia la difusión y el desarrollo del libro electrónico.


No obstante, no sólo el e-book nos viene dando sorpresas, y es que a este revolucionario formato se le suman los PopOut, que son ni más ni menos que textos palpables con ilustraciones en movimiento, o los audiolibros online de los clásicos juveniles, que no dejan de aparecer por la red.


Lo que es innegable es que las editoriales ya no se conforman con los límites que ofrece el papel, sino que amplían sus horizontes y se van adaptando a los nuevos tiempos que corren, pero por el momento, para gustos formatos, y de cara al año que entra esperemos que también los precios de los dispositivos se adecuen a los bolsillos medios, algo que facilitaría bastante su adquisición. Cabe destacar también la labor de Fnac, que organizó diversos talleres informativos sobre el libro electrónico.


De todos modos, este 2010 no sólo nos ha regalado adaptaciones a formatos digitales, porque tanto cómic como cine y televisión se han nutrido considerablemente de nuestros libros. En la gran pantalla hemos disfrutado o sufrido con cintas como Las Reliquias de la Muerte, Tres metros sobre el cielo, La montaña mágica, El viajero del Alba, El diario de Carlota, Eclipse, El ladrón del rayo, Alicia en el País de las Maravillas, Entre lobos, Los viajes de Gulliver o Fantástico Señor Fox, por citar algunas obviando todas las que todavía sólo se han anunciado; en televisión nos hemos topado con las nuevas series de Sherlock Holmes o El Principito, entre otras; y en cómic se nos han presentado obras como Memorias de Idhún o Águila Roja, que aun surgiendo como serie también cuenta con aventuras en papel.


Por otro lado, el 2010 nos ha traído los esperados desenlaces de sagas como Los Juegos del Hambre, Cazadores de Sombras o La llave del tiempo, ha sacado al fin a la luz el cuento inédito de Roald Dahl que tanto tiempo anduvo perdido y nos ha robado las imaginaciones vivas con las que nos deleitaron Eva Ibbotson, Miguel Delibes, J.D. Salinger, José Saramago, Sergio Klein o Alfonso Martínez-Mena.



Diversas fueron las menciones especiales


2010 llegó pisando fuerte con la proclamación de ganadores de algunos premios importantes dentro de nuestras letras favoritas, como el Nacional de Literatura Infantil y Juvenil, que recayó en Una habitación en Babel, de Eliacer Cansino; el Edebé, que fue a parar en Maite Carranza por su retoño Palabras envenenadas; el Jordi Sierra i Fabra, para Lorena Moreno con Las redes del infierno; el Alandar, en favor de Tuerto, maldito y enamorado, de Rosa Huertas; el Anaya, que galardonó a Daniel Nesquens por El hombre con el pelo revuelto; el Hache, modalidad juvenil del Mandarache, para César Mallorquí y La caligrafía secreta; el premio La Galera, que se otorgó a Carmen Fernández Villalba por Luzazul; el Jaén, para El guerrero elfo, de Francisco de Paula Pérez; o incluso el Cervantes, que en esta ocasión se entregó a una autora que también nos atañe, Ana María Matute, y el As de Picas, fallado recientemente, del que salió vencedora la donostiarra Beatriz Lerma, creadora de June Vagsto.


Pero sin duda los más sonados dentro de la rama que nos ocupa fueron El barco de Vapor, que al fin se fijó en el fructífero Sierra i Fabra por su Historia de un segundo, y el Gran Angular, que recayó en Mujer mirando al mar, de Ricardo Gómez.


En el ámbito internacional destacaron David Almond y Jutta Bauer, ganadores del prestigioso Hans Christian Andersen, y la Fundación Jordi Sierra i Fabra, que se hizo con el premio Asahi de Cooperación por el proyecto Medellín. Sin olvidarnos, por supuesto, del Premio Internacional de Ilustración que concede cada año SM, de ahora en adelante durante la Feria de Bolonia, que esta vez se fue con el joven Philip Giordano.



Autores y editoriales se acercaron a sus jóvenes lectores


Si en nuestro país las entregas de premios causan revuelo entre escritores, editores y especialistas del mundillo, entre los jóvenes lectores lo hacen las firmas y presentaciones de los autores más aclamados, esos que mueven masas allá donde plantan un libro y por los que muchos adolescentes se embarcan en largos trayectos de punta a punta de la península.


Durante el año 2010 se ha agudizado notablemente la participación activa de jóvenes blogueros en los múltiples encuentros con escritores. Las editoriales, conscientes del creciente movimiento fan, que pasa de mantenerse bajo la magia de la red a consolidarse como una potente fuente de difusión y actividad real, apuestan más si cabe por las presentaciones, las previas tertulias privadas (una forma de acercar a los jóvenes a sus autores preferidos y hacerles sentir algo más), el fomento de todo tipo de publicidades online bajo acuerdos con agitadores entusiastas (chats, cuestionarios online, redes sociales, botones...) y, cómo no, el merchandising, que no cesa en su búsqueda de la originalidad.


Ferias del libro como la de Madrid el pasado mes de junio corroboran lo que cuento, y es que no había más que pasarse por la presentación de la novela sorpresa de Stephenie Meyer o la de lo nuevo de Cassandra Clare, para comprobar que los jóvenes lectores ya tienen hueco hasta en la mesa principal, o incluso darse una vuelta por los verdes del Retiro para dar fe de una buena fila de adolescentes que esperaban su turno para hablar ante las cámaras de Molino en un mensaje preparado para Suzanne Collins.


Y antes de pasar a citar a algunos de los escritores extranjeros que han paseado sus plumas por nuestro país durante 2010, mención especial merece la QBL’10, un evento organizado desde la web Letras y Escenas (de nuestra Alba Úriz) que reunió a varias docenas de blogueros de toda España para disfrutar de un fin de semana cargado de libros, autores, sorteos y charlas. Todo un acontecimiento a destacar en el panorama juvenil, ya que no todos los días se nos agrupa el ejército con motivo de una afición común por los libros.


Ahora sí, he aquí algunos nombres raros a los que hemos podido poner cara en los últimos meses: Kristin Cashore, que vino a presentar Fuego a Madrid y Barcelona; Paul Hoffman, que nos contó los secretos de La mano izquierda de Dios en Callao; Cassandra Clare, invitada especial de la Feria del Libro Madrileña; Claudia Gray, que firmó Medianoche; Tonya Hurley, por segunda vez en nuestro país; Cornelia Funke, que se disfrazó para la presentación de Reckless; Mathias Malzieu, en la radio tocando el ukelele; Margaret Stohl y Kami Garcia, autoras del boom Hermosas Criaturas; Andrzej Sapkowski, que se indispuso en El Retiro; John Ajvide, que interpretó a un zombie en Fnac... Y en fin, los que me dejo en el tintero.


Por nuestra parte, pocos autores nacionales se han quedado sin presentar sus novedades ante los lectores españoles, puesto que los eventos mueven jugosa publicidad y cuando no los organizan las editoriales son los propios escritores los que se están encargando de asegurarse salones, ya sea en grandes superficies como Fnac o Casa del Libro, pequeñas librerías como El dragón lector o Kirikú, o incluso locales como Bibliocafé, que están habilitados precisamente para acoger encuentros. De esta forma hemos podido ver y escuchar en vivo a prácticamente todos los escritores que han publicado durante este año que se nos va, independientemente de la relevancia del sello.


Por Óscar Luis Mencía